20 de agosto de 2014

Mis rodillas y yo.... yo y mis rodillas

Y es que las lesiones y problemas de rodilla no son sólo cosa de los deportistas, aunque gracias a éstos es una de las articulaciones que más nos "suenan": lesiones de menisco, problemas con los ligamentos cruzados o laterales... todos hemos oído algo de ésto alguna vez.

Sin embargo, estos problemas los dejaremos para otro artículo. En este voy a centrarme en uno que antes o después casi todos sufriremos en un grado u otro: la artrosis de rodilla.

La artrosis es una enfermedad degenerativa y crónica, a diferencia de la artritis que es inflamatoria y suele cursar en brotes. Con el paso del tiempo y del trabajo que realiza la articulación, el cartílago (la parte que pone en contacto los huesos y que "amortigua" dicho contacto) se va desgastando, por lo que la presión sobre el hueso que hay debajo es mayor. Como seguimos moviéndonos (¡afortunadamente, porque el movimiento es vida!), el desgaste va haciéndose mayor y empiezan a aparecer los problemas que serán los síntomas que percibamos: dolor característico al iniciar el movimiento después de estar en reposo, dolor que va cediendo según la articulación se "calienta" y que vuelve a aparecer cuando se sobrecarga; también habrá rigidez, "chasquidos", y en casos avanzados empiezan a aparecer deformaciones óseas. 

Photo credit: postbear / Foter / Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 2.0 Generic (CC BY-NC-SA 2.0)


La Osteopatía puede ayudar, pero que nadie os engañe: la artrosis NO se cura (al menos de momento, o en los casos en que la cirugia interviene colocando una prótesis, claro está). Lo que sí se puede hacer es mejorar los síntomas, y con ello la calidad de vida. Porque... ¿si no te duele, te importa si tienes artrosis o no? Al final es la vida diaria lo que importa, y no un diagnóstico.

Desde la Osteopatía se trabaja dándole movilidad a la articulación para frenar en lo posible el proceso degenerativo, tratando la musculatura, ligamentos y fascias relacionados para favorecer un mejor riego sanguíneo; para ello, las movilizaciones articulares, el masaje, los estiramientos, han demostrado ser efectivos en el alivio de la sintomatología.

Así que, los que sufráis este problema, no os resignéis: hay terapias que pueden ayudar.


(Este artículo está dedicado especialmente a Camilo Puerma. Un abrazo.)

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